Libros |
[Inicio] | [Foro] | [Anuncios] | [Libros] | [Encuestas] | [Zona privada] |
Listado de libros > Relatos Cortos | Índice de este libro | Instrucciones | Redactar Relatos Cortos
Nuestras vacaciones comenzaron. Por primera vez nos íbamos a ir a la playa. Íbamos a ser veraneantes como todo el mundo.
Mi hija me decía: ¿Dónde tengo el bikini rojo?. Mientras tanto mi marido en la cocina había derramado el zumo que le había preparado y me decía: "Cariño ¿Con qué puedo limpiar esto?. Pensé:"Pues con qué va a ser, pues con un trapo". Pero mi respuesta fue muy diferente a como lo estaba pensando y le contesté: "Espera, ya iré yo". Esta mañana mi casa es un caos. Las mellizas no paran de menearse de un lado para otro. Se pelean. Hasta el perro está nervioso. Mi padre entra de comprar el periódico y dice: "¿Quién me ha cogido el periódico de ayer?. Estaba haciendo un crucigrama y quiero terminarlo". Esto es una locura y encima son las diez menos cuarto y tengo que irme para terminar de hacer la compra. Ayer terminé de trabajar muy tarde y no me dio tiempo de nada. Arrastro mis pies dentro de unas zapatillas bastante horteras que me habían regalado. Pero hay que condescender y ponérselas, vaya a parecer que no te ha gustado el regalo. ¡Joder, vaya regalo!. Unas zapatillas color naranja con una flor en lo alto de color rosa. ¡La madre que lo parió! ¡Vaya romanticismo!. Llegó y me dijo: "Toma cariño te he traído un regalo para tu cumpleaños". Yo como tonta, muy ilusionada me pongo contenta abriendo el paquete, mientras que pensaba que podía ser el bolso tan bonito rojo que le enseñé el otro día en un escaparate (por si colaba). Me lo había envuelto en papel dorado con un lazo rosa (yo odio el rosa). Mi cara tendría que ser todo un poema cuando vi el contenido. "¡Oh unas zapatillas!. Muchas gracias, me hacían mucha falta". Me coloco las zapatillas horrendas, que encima me molestan en el dedo pequeño y comienzo a arrastrar los pies. Trabajamos los dos fuera. Pero en mi casa trabajo yo exclusivamente y encima ponen pegas. - Mamaaaaá, ¿Qué vamos a comer hoy?. - Lentejas. - Yo no quiero lentejas. - Bueno, te hago macarrones. Mi hija se calla, no le parece mal la última opción. Es una adolescente no muy problemática, pero si muy vaga. Pero tiene mucha confianza conmigo y eso en los tiempos que corren es mucho. Se llama Estrella y está estudiando secundaria. Pero en realidad pasea los libros. Lleva un piercing en el ombligo y los pelos rafta. Pero aparte de eso es una chica normal. Luego vienen las mellizas, eso es otro mundo. Tienen ocho años y están siempre discutiendo. No quieren dormir juntas, ni estudiar juntas, ni vestirse igual. Cuando eran pequeñas yo creía que cuando crecieran iba a ser un alivio. Pero que va. Cada día complican más las cosas. Luego vienen los hombres de mi casa. Mi padre, gruñón por naturaleza y mandón. Tiene un gran bigote. Ha sido militar y cree que soy uno de sus soldados. "Nena tráeme las zapatillas", "Nena tráeme el periódico", "Nena..." La madre que parió a la nena. He dejado para el final el autor del gran regalo, el de las zapatillas, mi marido. Barrigudo, creído como casi todos los hombres y machista. Mucho más que el militar. Me llama: "Lucía, cariño ¿Tú no has visto mis zapatos?. "Lucía, hoy no quiero que nadie me moleste, porque tengo que preparar unos informes" (En realidad son unos simples papeles del seguro del coche, pero él tiene que darle a eso su importancia). "Lucía, por qué no me traes un vaso de agua". Lucía, Lucía... Esto es vivirlo. Y no hablemos de mi suegra, que vive cerca de aquí y es una autentica Mari Puri de toma pan y moja. Me dice: "Lucía, ¿no crees que debías de quitarle a la niña esos pelos?". Pienso: "También te quitaría yo a ti los tuyos". Pero le contesto muy amablemente: "Andrea, es que no puedo, la niña no quiere". En fin este es mi entorno familiar. Ahora me voy a presentar: Soy Lucía, tengo cuarenta y cinco años. Llevo casada casi veinte años (casi nada) con el señor de las zapatillas. Muchas veces pienso en dejarlo y buscar a otro, pero en realidad no tengo tipo ni cara para conquistar a nadie. Soy muy delgada, con unos pechos caídos y una cara muy poco agraciada. Me arreglo lo que puedo, pero poco efecto consigo. Hoy nos vamos a un apartamento que nos ha dejado un familiar de mi padre. Está en un pueblo pequeño del Mediterráneo. Tenemos que meter todas las cosas en el coche. La perra (que todo el mundo piensa que es perro) está inquieta. Le voy a tener que poner un lazo para que sepan que es del sexo débil. Está saltando en el sofá y mi padre está dándole voces. Todos estamos fuera de si. Vamos a ser veraneantes como todo el mundo. Estoy poniendo los bultos en la entrada y escucho a mi padre: "Nena, que no se te olviden mis sandalias y mis gafas de sol". De nuevo otra vez: "Nena por qué no te acercas al kiosco y me traes el periódico, que sino luego se acaba y solo quedan los que no tienen suplemento". La madre que parió al suplemento. Estoy hasta el moño de esta panda de machistas. Voy a empezar a bajar bolsas y escucho unas voces: "Mamaaá, el bolso verde lo metes el último y me dejas el pequeño rojo que voy a meter las pinturas." Mientras las mellizas han iniciado una discusión por una camiseta color naranja, fea como ella sola, pero que le gusta a las dos. Salgo a la escalera con mis zapatillas naranja, con la flor rosa. El pelo se me había enganchado con una percha y la perra se me ha enredado en los pies. Tropiezo y ¡Plaf!. Al suelo. Me veo ridícula. Pero nadie viene en mi ayuda. Solo la perra que me lame la cara. Después de cientos de peripecias, mi padre y mi hija se han ido en el tren. Nosotros enfilamos la carretera para llegar a la playa. Como todo el mundo. La autovía no ha estado mal, pero al entrar al pueblo hay un atasco de los que hacen historia. Dentro del coche la perra está inquieta, las mellizas se pelean, mi marido protesta. En fin esto es una madeja sin cuerda. Cuando llegamos vimos que el edificio no está lejos del mar. Es un edificio alto. Sin ascensor. De manera que a subir cuatro plantas de escaleras con el bolso verde, el rojo, el rosa, la cesta de la perra, los congelados...En fin para que no falte de nada. Como puedo voy tirando de los bolsos y de unas pocas camisas de los dos señores de la familia. Cuando abro la puerta del apartamento creí que me iba a dar un ataque, solo hay un dormitorio, un salón, un baño y la cocina. Ahora comienza la odisea de acomodar al personal. O dormimos todas las chicas en el dormitorio o en el salón. Al final decidimos hacerlo en el salón (por cierto pintado de un amarillo limón que se saltan las lágrimas). Colocamos la ropa dentro del dormitorio (allí van a dormir los machistas de la casa). Voy sacando las sábanas, los bañadores, los sombreros (Se les vaya a estropear la cabeza y no puedan pensar ni mandar). Son las doce y media y deciden bajar a la playa. Cogen la sombrilla que hemos comprado y unas pequeñas butacas. Mi padre abre la comitiva con un bañador de flores pequeñas (el hombre quiere rejuvenecerse). Mi marido va hecho un cuadro. Se ha puesto un bañador muy ceñido, vamos marcando cuerpo, con una camiseta de rayas y una gorra de Ferrari de un rojo intenso (va hecho una monería). Se van todos y yo me coloco delante del espejo a colocarme el bikini. No es de los últimos modelos, me lo compré negro porque así no se pasa de moda. Parezco un saco de huesos. La perra me mira (me parece que me está viendo fatal). Yo me animo pensando que en la playa nadie se fija en nadie. Los dos machistas de la familia me han dejado las toallas para que yo las portee. ¡Por Dios van a llevarse ellos las dichosas toallas!. La playa está a rebozar. Un intenso olor a sardinas impregna el ambiente. El sol cae a pedazos sobre nuestras cabezas... Me siento en la hamaca y me pongo a leer un libro que me he traído. Pasan menos de diez minutos y escucho: "Nena por qué no me traes una botella de agua. Es que la arena quema mucho". Pienso: "¡Dios para mí no quema nada!. Me voy al chiringuito por la dichosa botella. Me vuelvo a sentar y al poco rato viene una melliza corriendo, le ha picado una medusa...Dios bendito. Vamos al puesto de socorro y le aplican una crema. Mi marido comienza a protestar y de golpe se sentó en la butaca y me dijo que iba a tomarse una cerveza fresquita (¡Vaya como si los demás no tuviéramos sed!). Ojeo a la gente que hay a mi alrededor. Mujeres como yo, al servicio de su familia. Machismo en todos los sitios. Dicen que no. Pero yo digo que sí, que para las mujeres de mi edad sigue existiendo todavía esa sumisión velada y no manifiesta. Pero que al final de cuentas está ahí. El día transcurrió con este tipo de actitudes. Cuando llegó la noche salimos a dar un paseo por "el paseo marítimo". Plagado de tiendas y de vendedores ambulantes. Veo una mujer rubia, chillona que viene mangoneando a otra persona más baja y de cara triste. Yo me había sentado a descansar en el borde del paseo y ellas se sentaron a mi lado...La rubia comenzó a hablar dando una charla de prepotencia a la otra que símplemente asentía con la cabeza. Mientras mi marido y mi padre se han adelantado con las niñas porque quieren ver una actuación que hay en el chiringuito. Yo me quedo sentada, me quito los zapatos que me están reventando los pies y me pongo a mirar a la gente que pasa, tan diversa, tan peculiar y tan machista. Las parejas maduras caminan como si hubieran descubierto el continente perdido. Ellas con todos los pedruzcos que han podido colgarse, achicharradas por el sol, con vestidos ceñidos; vamos como si tuvieran cuerpo. La cuestión es que el machista de turno esté contento. Éste, con su pantalón y zapatillas blancas lleva a su compañera con el brazo sobre los hombros; mientras que él va mirando con ansia todos los descotes de las chicas jóvenes que van por el paseo. Claro, ellos son machos y no pueden dejar de ejercer vaya que alguien piense lo contrario. Mientras la mujer sumisa debajo de ese brazo que va informando al personal que esta mujer forma parte de su propiedad. El colmo es cuando veo a una chica árabe. Lleva túnica y un pañuelo en la cabeza (con el calor que hace) mientras que su compañero va vestido totalmente al estilo occidental. Las normas y tradiciones para unos y para otros no. Dejo mis pensamientos y observo a las dos mujeres que están sentadas en el banco. La rubia de bote totalmente achicharrada por el sol que sigue dándole supuestos consejos a la otra mayor y triste. Le dice: "Tú lo que tienes que sacarle es el dinero que puedas". La otra responde: "No puedo, no tengo dinero para pagar a un abogado". La otra continúa: "Pero así no puedes seguir, te ha dejado en la miseria". Me miran y me dicen: "¿Qué opina usted de todo esto?". Las miro sorprendidas y les digo: "Perdón,pero no sé a que se refiere". Pues dice la rubia: "De el exmarido de Carmen. Es un capullo. La ha dejado sin un duro y ella no puede sacarle nada después de estar media vida con él". Carmen me mira con ojos tristes y me dice: "La cosa es complicada", me dice con tristeza. "Mire, mi vida parecía que la había diseñado un ángel. Conocí a un hombre maravilloso en la universidad. Yo abandoné mis estudios para que él pudiera seguir adelante y me puse a trabajar en una cafetería. Él triunfó y se hizo un gran médico. Al principio todo fue bien, pero el dinero enturbia todo lo que toca y poco a poco fue alejándose de mí. Se encaprichó de una chica joven. Un día de borrachera llegó a mi casa con ella y quería que yo estuviera de espectadora mientras que él se la tiraba. Parecía que eso lo excitaba. Yo me negué en redondo y le insulté.Me salió todo lo que tenia dentro que era mucho.Entonces una gran bofetada me cruzó la cara y me juró que lo que habia dichome iba a costar muy caro.Y lo consiguió.Yo ilusa no habia previsto mi futuro y todo lo poseia él.Me lanzó a la calle.Me vine de San Sebastián al sur creyendo que aquí podria construir una nueva vida.Pero lo único que he conseguido es malvivir.No he logrado que me dé nada.Y ahora me toca suplicarle porque mi situación actual no tiene arreglo". La miro y veo el resultado del machismo, el simbolo de la mujer oprimida, la victima de años, marchita y sin rumbo.¡Cuantas mujeres han acabado como ella!. Me rebelo y me digo:"Lucia te vás a convertir en una nueva mujer, menos sumisión y más personalidad". Me despido de ellas y veo venir a mi marido con una sonrisa de oreja a oreja.Me trae el bolso más horrendo que hay en toda la costa y me dice:"Mira es identico al auténtico, lo que vás a presumir en la boda de Almudena". Lo miro, me estiro, el fuego me está atravesando las venas.Me clavo con fuerzas las uñas en las palmas de las manos y le digo:"Muchas gracias, es muy bonito". La cobardia de la sumisión ha aparecido de nuevo.No soy capaz de ser libre, pero por un momento he pensado que podria serlo. Pero sentada en un banco del paseo maritimo he descubierto por fin la verdad de mi vida.Simplemente me ha servido para comprender que seguiré planchando, lavando, trabajando y disimulando mi interior.Y por supuesto agradecer ser de una sociedad donde no me obliguen a ponerme el burka. La madre que parió a las mujeres sumisas que hemos permitido que los machistas abunden como caracoles después de la lluvia. Soy el prototipo de la mujer sin mucho que opinar.Me quedo mirando el mar y pienso que en realidad las mujeres hemos potenciado toda esta situación ya que realmente las que educamos a los hijos somos nosotras y podriamos haberle enseñado otros camino. ¡A conformarse!Y a ponerme esas magnificas zapatillas con la flor rosa. Finalizaré mi veraneo de seis dias y volveré a mi rutina sabiendo que no podré cambiar nada.Mientras que los hombres presumen de ser liberales. Y con el rumor de mar de fondo arrullandome, me doy cuenta de mi condición de mujer madura.Somos una generación sumisa y ais moriremos.Nosotras mismas lo hemos potenciado.Si cariño, lo que tu quieras cariño, muy bién cariño(la madre que te parió cariño).Fin de mi veraneo y mi esperanza de liberación (espero que no me regale esa bata de flores que está mirando).Y si me la regala,seguro que me la pondré porque soy una mujer SUMISA. |
© 1994-2015 Archinoticias |