Anécdotas IES Luis Barahona de Soto

Diego y un servidor de ustedes, éramos muy asiduos a colgarnos de todos los tajos de la olla, meternos en la cueva de la grajas, con suela de alpargata encendida a modo de antorcha, hasta tener que salir a punto de asfixiarnos de manera apresurada y otros menesteres parecidos, de los que aún me pregunto cómo salimos ilesos. En una de nuestras excursiones por la olla cogimos un lagarto de considerable tamaño, hasta el punto de tener que cortarle el rabo para que cupiese en la caja de zapatos en la que lo trasladamos.

Teníamos por aquel entonces una joven profesora de Lengua, recién llegada,, prima de mi querido amigo Diego (esto a la postre nos vino de maravilla). En una ocasión ella nos había comentado que era una persona que no temía a nada ni a nadie. Algo que no recuerdo bien pero que parece que nosotros no nos creímos del todo, por lo que decidimos poner a prueba su valor y poner al animal en cuestión dentro del primer cajón de la mesa del profesor, invitándola cuando llegó a que nos demostrara su valentía. La visión del lagarto produjo tal pavor en la profesora que se salió a un balcón que daba a la calle Pilarejo gritando como una posesa. Supongo que algún vecino que pasaba por allí avisó en el instituto y vinieron a rescatarla.