Anécdotas IES Luis Barahona de Soto

Recuerdo que al profesor de ciencias D. Gonzalo le dio un día por pedirnos como trabajo de clase que reuniéramos 100 animales cada alumno.

A mí personalmente me daban pánico los animales (grillos, lagartijas, gusanos, etc.).

Le pregunté si servía todo tipo de animales y dijo que le daba igual pero que fueran 100.

Me puse a cavilar y se me ocurrió preguntarle si valía también un burro. Le hizo gracia y dijo que si. Le dije que al ser tan grande podría valer por los cien animales.

Él (como no creía que pudiéramos llevarlo) dijo que sí. Volví a decirle que al ser tan difícil llevar un burro un persona sola que nos lo admitiera para cuatro alumnos y aceptó.
La peña la hicimos Mari Ángeles, José, Lourdes y yo.

El primer problema era buscarlo y pensamos en un muchacho que pasaba por el instituto con un burro en el que llevaba el escombro de las obras. Aunque parezca mentira, en esa época se hacía. Era el año 1976 ó 1977, más o menos.

Se lo dijimos al joven y sin dudarlo nos dijo que por supuesto nos ayudaría.

El segundo problema era entrarlo en el instituto. Lo hicimos por el masculino y empujándolo por el trasero entró, pero chillaba de vez en cuando.

Ya dentro, el mayor obstáculo era algo en lo que no habíamos pensado: subir las escaleras para llevarlo a clase, que estaba en el primer piso.

Mari Ángeles, José y el muchacho le tiraban por delante. Lourdes y yo lo empujábamos por el trasero. El animal chillaba con todas sus fuerzas. Tanto que lo escuchó el profesor y bajó para ver el escándalo de dónde venía. Al vernos sudando, empujando al burro, reía con todas sus ganas. Nos dijo que lo dejáramos, que él trabajo ya estaba hecho.

Todo esto lo recuerdo con mucho cariño y nostalgia.